Extraño como este
perderse por el fondo
de la propia noche
y pensar que alguien
podría tocar a la puerta
sin que nadie responda.
Esta casa como el eco
astillado de cada silencio
La que a ciertas horas
llora sin paz a sus muertos
y ya solo en eterno
retorno escribo en ancha
mar procelosa estas breves
notas de viaje
Entre brumas un puerto
lejano a veces ampara
y un rumoroso viento
se alcanza de voces amadas
(ardía el verano en plena
danza de los astros)
Pues ahí donde voy
oscuro es el reino
y toda gloria vana
la rosa de cada palabra:
queda el viento cruzando
las ruinas de oro, un sol
de otro tiempo por amor
de tu nombre (libertad)
la sombra espectral
de toda belleza.
Como el poema final
siete veces se clava
en el duro madero del día.
Alejandro Drewes
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