miércoles, 4 de enero de 2012

Confusión

El otro día caminaba hacia una cafetería céntrica de la Plaza del Pilar a tomarme mi cortadito con hielo, cuando se me acercó un hombre viejo, encorvado como Bird en "Una cuestión personal", de Kenzaburo Oé. Pantalones raídos vaqueros, gorra roja y con la boca babeando pidiéndome un cigarrillo. Yo se lo doy. Llevaba ambos brazos vendados. Me dijo que aún podía hacermele otro favor. ¿Cuál? Respondió dándome un euro y diez céntimos para que entrara en la cafetería y le sacase un café para llevar. ¿No puede hacerlo usted? Le pregunté. "No, me respondió, porque me da miedo la camarera negra". Vale, lo hago y se lo saco. Y me vuelvo a meter a la cafetería para tomarme por fin mi puto café. Pensé que si no era al revés,que la camarera negra tenía miedo de ese espantajo.

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